Habitación de hotel, de Cristina Peri Rossi

Habitación de hotel (Cristina Peri Rossi)

En nuestras ciudades existen innumerables espacios donde las personas conviven y comparten sus horas. Pero la fugacidad del tiempo es más latente en este ir y venir de infinidad de transeúntes que ni lugar dejan para la reflexión única o compartida. Las relaciones humanas adolecen de un desarrollo armónico. Hay dos espacios en nuestras ciudades cosmopolitas -yo diría que ya son tres...- donde se reunen de forma temporal habitantes de una misma soledad: hoteles y aeropuertos.


De forma valiente y personal Cristina Peri Rossi nos acerca con sus poemas a esa desolación del ser humano que reclama Amor. Combina acertadamente la ironía con la ternura, nos presenta su fidelidad amorosa a la palabra, la escritura y la literatura, y nos descubre un tercer espacio, que aun siendo virtual no cesa de vomitarnos nuevas manifestaciones de una misma soledad.


VIRUS


Un virus ha entrado en mi ordenador

a través de un e-mail

igual que ocurre con una epidemia

o pandemonia.


No deja de ser extraño

que el amor de un mensaje

destruya mi sistema informático.


Me lo merezco

por permitir que el amor viaje por cable

en lugar de viajar por mi piel.




NOCTURNO URBANO


Extraña civilización ésta

en la cual, a las dos de la mañana

de cualquier martes,

de cualquier jueves,

o domingo

dieciocho mil tipos y tipas

según los cálculos del ordenador

están enganchados a pasatiempos infantiles

("disponga las figuras en sus huecos respectivos"),

cincuenta y seis mil

a guerra de marcianitos,

ochenta mil a simulacros de fútbol,

en lugar de hacer el amor

digo hacer el amor, no digo follar,

atención, los de la Academia:

follar, follan los perros, los jabalíes,

las marsopas, las moscas, los elefantes

y los rinocerontes.



Extraña civilización ésta

en la cual, a las dos de la mañana

de cualquier martes,

de cualquier jueves,

o domingo

cientos de miles de personas

están circulando por la red

con mensajes abreviados

en lugar de tocarse,

mamarse, lamerse, acariciarse.



Como un regreso a la infancia.



Lugar que quizás nunca abandonaron.



Gracias, mi admirada Cristina, leer este libro ha sido un gran placer.

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