Cecilia es una mujer de la isla, es una mujer de la ciudad; es poeta, es poeta del Ateneo, del Ateneo de La Laguna, en Tenerife.
Yo la conocí hace mucho tiempo... año setenta y cuatro o setenta y cinco. Todavía no sabía yo que ella era poeta. Era joven, tímida y desprendía dulzura e inspiraba ternura.
Ahora la veo con frecuencia en actos culturales y casi siempre va seria, con gesto retraído, como pensativa, pero cuando se encuentra con alguien conocido, su cara se transforma, se ilumina con una sonrisa abierta y cercana, cómplice, que invita a la confidencia. Conozco a dos de sus tres hijas, dos preciosas jovencitas. Estuve charlando con ellas después de la presentación del último libro que presentó su madre en el Ateneo. Se titula “El libro de la duda” aunque no entiendo por qué ya que no hay duda ninguna de que es una gran poeta y sin duda será un exito la publicación de su libro, el cual me dedicó muy amablemente.
Su poesía – aunque sinceramente he leido poco de ella- me resulta dificil de comprender, pero transmite mucha fuerza. Por ejemplo en este último, trabaja mucho con los elementos fuertes: tierra, agua, sol, árbol, raíces, vida. Utiliza una estrofa muy poco usual, la sextina, que al parecer de su amigo Domingo Báez que le prologó, se acerca mucho en esta línea a Gutierrez Albelo y a Agustín Espinosa, vanguardistas del surrealismo.
Y esta es más o menos la semblaza de una poeta entrañable de mi ciudad, a la que puedo ver por la calle saludando a sus conocidos, o presentando libros , o en recitales poéticos o en presentaciones de cualquier acto referidos a la cultura de nuestra ciudad. Esta es nuestra Cecilia Domínguez Luis.
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